18/7/2020


   Una desolación de Yasmina Reza.
   Reconozco que tenía unas expectativas con esta novela que no se han cubierto. La misantropía en el monólogo de Samuel está demasiado potenciada en la primera mitad de la novela y eso termina por resultar exagerado, fallido, teatral. Reza no parece haber cruzado bien la frontera entre ambos subgéneros. No estamos en el terreno dramatúrgico. Ella ha elegido el narrativo para Una desolación; ergo, otros códigos en el tono, el volumen, el movimiento, el verbo del personaje.
   Pasa a veces esto y se desluce el resultado final, aunque haya tenido fases vibrantes.

   Si concebimos niños es por lo menos con la esperanza de acabar nuestros días con un interlocutor: ciudadanos de un mundo en el que el deseo ha dejado de existir. Un mundo en el que el mantillo y la gardenia sustituyen al devenir. El mantillo, la gardenia, la cotización de las divisas, los pequeños negocios a diestro y siniestro, los trapicheos de la Bolsa y los achaques sustituyen a la vida. Un mundo sin Tierra prometida, sin ardores, sin victorias ni derrotas, un mundo en el que la impaciencia es inútil de una vez para siempre. ¡Oh, Dios mío, hazme revivir un día, una hora en el tiempo de las obsesiones! Reconviérteme en un chiflado, un fanático, un criminal si lo prefieres. Devuélveme el horror a la tranquilidad, a lo apacible bajo todas sus formas.


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