3/2/2021


   Hay dos libros de la poeta barcelonesa Helena Junyent salidos a la vez en la misma editorial, Endymion. Doy por hecho que ese parto gemelo es una rareza causada por el estrés del post-confinamiento.
   Del primero de ellos, La estatua de los pasos, me ha llamado este poema titulado ‘Entre el quizás y el tal vez’:
 
entre las grandes preguntas
se esconde el topo
entre las grandes convicciones
—cazamariposas de alas quietas—
pernocta la cigarra
toma el sol la lagartija
 
entre el quizás y el tal vez
se constatan las dudas
se pone en marcha el quehacer
tarea de
            las hacedoras
actúa
           la hormiga
 
   En el otro libro, Entre espejo y espejismo, hay un poema de tres versos que me atrae: «la tela en blanco / destaca antes que nada / todo lo oscuro de su fondo».
   Los otros no me gustan, mucha ocurrencia verbal. Es como si aplicara el método del expresionismo abstracto americano en la pintura y en la poesía, pero sin contenido. Alguno está bien pero no lo veo merecedor de dedicarle tiempo.
   Es que para escribir como las poetas estadounidenses hay que serlo. Son muy comprometidas en todo y muy exigentes ideológicamente con el lenguaje.





   No está mal Donde arraiga destierro, el último título del oriolano José Manuel Ramón que me envía desde Fuengirola. Eligió marchar de la vega para habitar entre la arena cálida de la costa, alimentando la mirada con ese sol de invierno distinto al de su primer hogar.
   El libro tiene unidad. Para mí eso es fundamental. Otra cosa es que persevere en el romanticismo y fuerce el vocablo cultista. Entre los versos que más me han intrigado están estos:
 
qué
dulce vanidad
qué suave ofuscación
cuánto silencio     necesito
para enhebrar la acritud
mantenida


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