13/7/2021


   He sobrevivido al terral sahariano que nos ha envuelto con sus colores apocalípticos y sus temperaturas de valle de la muerte. La gente más asustadiza ha estado con las ventanas cerradas durante dos días de ambiente enrarecido y poco saludable.
   Manolo Gómez Angulo me envía dos poemas traducidos de Saint-Pol-Roux escritos desde la Provenza. Otro exquisito autor olvidado, ¿quizás por cabalgar entre el siglo XIX y XX? Los he leído y, será cosa del calor de esta tarde, pero despedían un aire común a Juan Ramón Jiménez.


   Acabo de mandar a los editores de Chamán mi Canto fenicio. Me siento satisfecho y nervioso como un adolescente ante una posible cita. Más aún por ser fruto de un largo recorrido. Desde que acordé con Pedro y Ana publicar mi próximo libro en Chamán hasta ahora, han pasado cosas en mi vida que no tienen nada que ver con la pandemia, sino con un necesario proceso de purgación, fruto de demasiadas decepciones con gente de mi círculo socio-cultural.
   Tenía que vivir ese proceso y, por las circunstancias, ha coincidido con el recorrido que acompañaba a Canto fenicio.
   El libro tiene cuarenta textos en prosa con cierto lustre lírico. Les pido que lo lean tranquilamente y que vayamos comentando cualquier detalle editorial: contenido, colección donde lo publicarán, portada, ejemplares, presentaciones...
   Ahora ya el libro es de Chamán y puedo decir que, en la medida de mis posibilidades, como he hecho con mis anteriores libros, lo defenderé allá donde pueda, a pesar de la quinta, la sexta o la undécima ola de covid que se nos pueda venir encima.
   Para empezar, voy a volver a la red social de Facebook. Desactivé a finales de 2019 mi cuenta por saturación, pero ya he pasado demasiado tiempo desintoxicándome y es hora de volver a estar visible en este escaparate, el único que nos ayuda a los editores y escritores que no trabajamos o creamos con infraestructuras industriales.

Comentarios