El
investigador clasicista británico Tim Whitmarsh ha anunciado que en mi ciudad
natal se ha encontrado un poema del siglo II con versos rotundos como «que les
jodan». Un Never mind the bollocks a
la romana, vaya. Un espíritu bastante punki el de la codiciada Cartago Nova.
Mañana se inicia el período lectivo. A pesar de los años y la experiencia, algunos nervios afloran.
En mi trabajo me gustaría dedicarme a la docencia y a mejorar mis métodos docentes con el alumnado, no a ser gestor literario de una pandilla cada vez más numerosa de escritores mediocres regionales cuya obra está muerta más allá de las fronteras políticas entre Albacete, Almería y Alicante. Son juntaletras que, cuando llega el inicio de curso, saturan de llamadas telefónicas y correos electrónicos mi bandeja de entrada para que hable con los miembros del Departamento de Lengua y Literatura y los fiche para un encuentro de autor y compre el mayor número de ejemplares de su nuevo libro, a veces incluso el mismo libro con el que ya me presionaron el año anterior y el otro.
No, esto no tiene nada que ver con la mejora de la enseñanza. Me sobra ese ego frustrado golpeando las puertas de un centro educativo.
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