15/9/2021


   Un compañero de Latín y Griego me comenta, cinco minutos antes de entrar al trabajo, que todos los 15 de septiembre se pone muy nervioso, porque se unen la ilusión del inicio con el desconcierto de la presentación ante el alumnado desconocido.
   Esa emoción hermosa del profesor, esa vocación, está agonizando en mi espíritu. Me siento completamente feliz tecleando o leyendo en casa, escuchando música que suena débil en mi escritorio, con la puerta abierta, mientras se oye el entrañable ruido doméstico que hace mi familia entre la cocina, los baños o la sala de estar.


Comentarios