5/10/2021


   Cuántas veces nuestro sueño era conectar desde nuestra soledad, nuestra individualidad, con el mundo. Hemos estado milenios anhelando esa compenetración mundial.
   Quién nos iba a decir que esa conexión podría realizarse a nivel técnico y que, paradójicamente, aquello sería el comienzo de la angustia general inmediata, la destrucción de tantas maravillas del mundo conocido.
   Belcebú, como siempre, anda bien camuflado tras la bendición del progreso más sutil.


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