27/11/2022


   La orfandad crece. Hace tres días murió con 71 años el escritor borgoñón Christian Bobin, los mismos que acaba de cumplir mi paisano, el controvertido columnista y tuitero Arturo Pérez-Reverte. El pasado jueves también dejó este mundo, pero con 93 años, Hans Magnus Enzensberger. Para mí este bávaro siempre será el autor de El hundimiento del Titanic, gran libro que leí en una promoción tan barata como bien editada por Ana María Moix; me impresionó en la juventud y no he dejado de releerlo y envejecer con él. Eso es importante.
   Pero dejo de apuntar duelos o cumpleaños y me centro en lo que se crea y queda. Mi atención está hoy con el fallecido Bobin. Él navegaba entre la poesía, el ensayo filosófico y la ficción. Su obra no ha tenido demasiado crédito entre los lectores españoles. Durante el invierno de 2008 El coloquio de los perros fue la revista pionera en darlo a conocer con un par de ejemplos de sus magníficos fragmentos en prosa poética, traducidos por Manuel Ángel Gómez Angulo.
   Releo este texto de su opúsculo Lettres d’Or: «Es amor una palabra oscura. Vibra en nuestros corazones como el nombre de un país lejano en el que, desde la infancia, hemos oído ensalzar cielos y mármoles. Expresa aquello que libera, aquello que hace sufrir, ovillada sobre sí misma, reluciente y hueca, como las conchas que nos llevamos al oído para advertir en ellas lo infinito». O esta tirada sobrecogedora en una sola línea: «Vemos nuestra vida a lo lejos como una casa desierta con postigos rojos, cerrados desde hace siglos».
 
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   Soy libre y perfeccionista, o sea, un esclavo feliz.
   Todo artista tiene un A love supreme en su vida. Si yo no lo he conseguido con Canto fenicio, me siento muy cerca. La manera de penetrar en este libro es análoga al hecho de escuchar un disco donde Johnny Rotten se diera un abrazo con John Coltrane. Extraño, pero verdadero.


Comentarios

  1. Nunca se me ocurrió definirlo así... Pero, sí; buena definición. Después de muchas luchas internas, yo también he llegado a ser una esclava feliz :-)

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    1. A veces, de las paradojas se saca oro. Creo que esta es una de ellas. Gracias, Lola.

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