23/12/2022


   Tras darle las suficientes vueltas al tema de la posible desaparición del libro de papel, mis conclusiones son simples, pero prácticamente inamovibles. Creo que en el siglo XXII el libro no va a desaparecer, por lo menos ese libro de pequeñas editoriales que tiene más de objeto de artesanía que otra cosa, y que obliga a los editores a ser muy selectivos, en el mejor sentido de la palabra. Que desaparezcan las grandes corporaciones que inundan el mercado de subproductos, la verdad, no me da ninguna pena.
 
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   Soy consumidor fatal de música desde los dieciséis años y he visto en el sistema de descarga un auténtico milagro de los dioses. Puedo explorar profundamente en discos, estilos y conocer a bandas que jamás hubieran llegado a mis oídos o que nunca podrían pasar por mi ciudad y conocerlas. Un ejemplo de lo que digo: Pony Bravo, Rotterdam Ska Jazz Orchestra, Lost Acapulco, Fifty Foot Combo, Hawaii Samurai, Fiera... He podido encontrar verdaderas joyas del jazz en conciertos pirateados de Art Blakey, Bill Evans u Oscar Peterson. He sido rastreador de discos desde la adolescencia y sé que la facilidad que me da la descarga internauta no es comparable ni por asomo a las selecciones suicidas que tuve que hacer tantas veces cuando encontraba un “directo raro” de los mencionados respecto a calidad de sonido, rayadura del vinilo...
   Amo la música por encima de todas las artes, incluso por encima de la literatura. Sin embargo, estoy a favor de la descarga gratuita por una cuestión simple: economía individual para el melómano.




   Acopio, escucho, selecciono y elimino lo que sé que no valoraré nunca. Así, me estoy haciendo una discoteca particular en mp3 que jamás hubiera podido soñar. Tengo, por ejemplo, todos los discos de Cream, los cuales nunca quise/pude comprar por tener que gastar mi dinero preferentemente en los de Eric Clapton en solitario. Lo mismo podría decir de otros artistas como Traffic, Sam Cooke o tantos músicos de jazz como Diana Krall, Dee Dee Bridgewater, Eliane Elias, Patricia Barber, Madeleine Peyroux...
   Muchos conocidos se burlan cuando menciono el formato “mp3” y hablo del verbo “descargar”, ya que el mundo en línea está ya mayoritariamente impuesto a través de plataformas como Spotify. «Estás muy fuera de onda, Juande, el futuro de la informática es escuchar y ver todo en línea, no cargar de peso los ordenadores». Yo les sigo la corriente, esbozo una sonrisa cortés y digo para mis adentros este par de versos tan populares como gongorinos: «Ándeme yo caliente / y ríase la gente».

Comentarios

  1. Hola Juande me encanta tu blog y lo leo todo y igual que la revista de coloquios de Perros ,leí el libro de Cervantes y una buena amiga profesora de Literatura de Español en EEUU ,cuando la conocí y iba ya por la 7 vez que leía el Quijote . Yo le mandé tu enlace de la revista ,de tu blog . Esta contenta y gracias a tus poemas ya que ha comprado tus libros de poemas ,lo leen sus alumnos de instituto en Utah . Ya eres conocido en EEUU. Julipi

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