Vilma
Domínguez, maestra de música y narradora de Mazatlán a la que no conozco aún en
persona pero con la que comparto simpatía y complicidad literaria, ha enviado
un relato titulado ‘Neópteras’ para que el comité de lectura de El coloquio lo valore. Qué gesto más honesto.
Habría podido enviarme directamente a mí su relato con la seguridad de que se publicaría y, sin embargo, ha preferido someterse al juicio de unos críticos
que no la conocen de nada. ¿Lo mejor de todo y una pequeña lección? Que el
relato ha sido aprobado sin necesidad de ningún espaldarazo. Decía Marcial que
el hombre honesto es siempre un principiante. Vale, no negaré esa máxima, pero
he de añadir que ojalá en el mundo el número de aprendices superase con creces al de expertos.
Le he dado la enhorabuena a Vilma por no necesitar mi enchufe, que allí llaman ‘palanca’.
Le he dado la enhorabuena a Vilma por no necesitar mi enchufe, que allí llaman ‘palanca’.
Confío plenamente en el criterio cinematográfico, musical y literario de José Luis, así que me llevo apuntadas múltiples referencias para ser consumidas en futuras horas de ocio: una película de Peter Weir, una pieza de Olivier Messiaen o una novela de Joan Lindsay.
Se disfruta que dé rienda suelta a sus meditaciones sobre títulos y nombres propios —Matar a Platón, Gabriel Miró, Leopoldo Mª Panero, Gethsemaní Ky, Guillevic...—, la narración de algunos sueños inquietantes, la argumentación de su poética, anécdotas de contemplación lírica en soledad, excursiones imprevistas a zonas de su Orihuela natal o retratos peculiares de figuras importantes de la cultura española, como el que hace de Félix Grande.
Me gusta su capacidad de aguar la fiesta lamentándose acerca de la sobrevaloración de la ironía en la sociedad contemporánea; atendiendo a una alternativa pesimista a la filosofía del campante ecologismo humanista de Emerson, Thoreau o Muir; no esquivando la opinión sobre ciertos asuntos políticos candentes, desde su manía declarada a sor Lucía Caram hasta el martillazo de máximas como esta: «La revuelta de ayer es el estatus de hoy».
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