Desvío a Buenos Aires de Concha García.
La
poesía contemporánea escrita en español por mano de mujer tiene sus nombres de
oro en Concha, como en otras muchas poetas, generación arriba o abajo, como Juana
Castro, Dionisia García, Ana Rossetti, Olvido García Valdés, Chantal Maillard,
Ángeles Mora, Julia Otxoa, Isla Correyero, Rosa Lentini, Blanca Andreu, Aurora
Luque, Inmaculada Mengíbar, Amalia Bautista, Almudena Guzmán, Ada Salas,
Guadalupe Grande, Josefa Parra, Luisa Castro...
En
Concha García, lógicamente, la mirada poética y la mirada de la viajera es
universal, pero no olvida encauzarla desde el género.
Nada
es casual en el viaje de esta escritora, ni siquiera el lugar elegido. Es más,
el lugar elegido es justamente muy propio de las querencias ambientales en las
que se ha movido siempre el verso de Concha. Se le abren a uno los ojos y
observa la maravilla evidente de que toda la tierra esté hecha de manera
semejante y valga lo mismo. Concha lleva en su riego sanguíneo el afán viajero
en forma de proceso contra la rutina. Se supone que la hipermodernidad en la
que estamos sumidos ha superado ya esa forma posmoderna de viajar el mundo, de
“mundar”, como escribiera precisamente un argentino ilustre, Juan Gelman.
[...] no soy de aquí ni
tengo familiares porteños. La mayoría de los habitantes de Buenos Aires en
algún momento tampoco fueron de aquí. Ni siquiera los que habitan ahora en
Barcelona o en Berlín, en algún momento no fueron de allí porque no somos de un
lugar. Los únicos lugares que reconozco son la infancia, que me da pertenencia,
y los paseos que me hace transitar.
Buenos Aires no se parece
a ninguna ciudad y es una repetición fragmentada de otras como Madrid o París
[...]
El viajante desprevenido
que cruza estas latitudes cree que está suspendido en el tiempo, viendo siempre
el mismo paisaje, basta pararse uno en alguna lomita para ver nacer y morir la
vida como una cadena interminable de colores.
Se
mezclan historias escuchadas de mapuches con anotaciones de célebres viajeros o
memorialistas europeos. Impacta, aunque no sorprenda, la presencia de los
nazis, que ha creado hasta una guía turística en estos rincones australes, la
casa natal de Perón, los orígenes de la familia Kirchner, las huellas de
galeses, el turismo salvaje y salvador en Ushuaia...
Y,
cómo no, Concha anota, recoge y vuelve a España con una maleta cargada de poemas
de Graciela Cros, Liliana Ancalao, Niní Bernardello, Horacio Herman, Irma Cuña,
Clara Elsa Voulliat, Ramón Minieri, Liliana Campazzo, Ana María Grandoso o
Vildo Pioppi. Con estos dos últimos incluso escribe a seis manos un capítulo de
este diario.
Nadie
mejora ni empeora en el extranjero, incluso cruzando un océano. Paul Morand se
preguntaba si empequeñecía la tierra o crecíamos nosotros al regresar de un
viaje, y no era una pregunta baladí. Creo que este libro es una respuesta
sobresaliente a las dudas del experto viajero parisino: comprime la extensa
Patagonia en un jardín de 254 páginas y, al mismo tiempo, demuestra la
ascensión continua de su autora.
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