10/10/2019


   Desvío a Buenos Aires de Concha García.
   La poesía contemporánea escrita en español por mano de mujer tiene sus nombres de oro en Concha, como en otras muchas poetas, generación arriba o abajo, como Juana Castro, Dionisia García, Ana Rossetti, Olvido García Valdés, Chantal Maillard, Ángeles Mora, Julia Otxoa, Isla Correyero, Rosa Lentini, Blanca Andreu, Aurora Luque, Inmaculada Mengíbar, Amalia Bautista, Almudena Guzmán, Ada Salas, Guadalupe Grande, Josefa Parra, Luisa Castro...
   En Concha García, lógicamente, la mirada poética y la mirada de la viajera es universal, pero no olvida encauzarla desde el género.
   Nada es casual en el viaje de esta escritora, ni siquiera el lugar elegido. Es más, el lugar elegido es justamente muy propio de las querencias ambientales en las que se ha movido siempre el verso de Concha. Se le abren a uno los ojos y observa la maravilla evidente de que toda la tierra esté hecha de manera semejante y valga lo mismo. Concha lleva en su riego sanguíneo el afán viajero en forma de proceso contra la rutina. Se supone que la hipermodernidad en la que estamos sumidos ha superado ya esa forma posmoderna de viajar el mundo, de “mundar”, como escribiera precisamente un argentino ilustre, Juan Gelman.

   [...] no soy de aquí ni tengo familiares porteños. La mayoría de los habitantes de Buenos Aires en algún momento tampoco fueron de aquí. Ni siquiera los que habitan ahora en Barcelona o en Berlín, en algún momento no fueron de allí porque no somos de un lugar. Los únicos lugares que reconozco son la infancia, que me da pertenencia, y los paseos que me hace transitar.
   Buenos Aires no se parece a ninguna ciudad y es una repetición fragmentada de otras como Madrid o París [...]




   Concha gusta de una manera episódica de narrar sus percepciones geográficas, históricas, económicas, políticas, antropológicas o religiosas desde Buenos Aires y sus distritos hasta el Fin del Mundo. En cada episodio cabe un sinfín de anécdotas, contemplaciones e iluminaciones, el relato combativo de la paseante, la descripción reflexiva de la exploradora, mediando entre la realidad y la imaginación; las historias y mitologías de conquistadores, invasores, inmigrantes y pueblos indígenas; la topofilia herida por la incansable especulación inmobiliaria; la etimología del ómnibus (mirar por la ventanilla es un ejercicio espiritual); señala y documenta lo que para ella brilla o sobra en las tierras de Comodoro, capital argentina del petróleo y capital —valga la redundancia— del capitalismo explosivo y sus dos hijos bastardos más famosos: la pobreza y la delincuencia. ¿Cómo olvidar los perros patagónicos, la naturaleza que perfuma y alimenta, la fauna y la flora en el bucle del paisaje?
        
   El viajante desprevenido que cruza estas latitudes cree que está suspendido en el tiempo, viendo siempre el mismo paisaje, basta pararse uno en alguna lomita para ver nacer y morir la vida como una cadena interminable de colores.
        
   Se mezclan historias escuchadas de mapuches con anotaciones de célebres viajeros o memorialistas europeos. Impacta, aunque no sorprenda, la presencia de los nazis, que ha creado hasta una guía turística en estos rincones australes, la casa natal de Perón, los orígenes de la familia Kirchner, las huellas de galeses, el turismo salvaje y salvador en Ushuaia...
   Y, cómo no, Concha anota, recoge y vuelve a España con una maleta cargada de poemas de Graciela Cros, Liliana Ancalao, Niní Bernardello, Horacio Herman, Irma Cuña, Clara Elsa Voulliat, Ramón Minieri, Liliana Campazzo, Ana María Grandoso o Vildo Pioppi. Con estos dos últimos incluso escribe a seis manos un capítulo de este diario.
   Nadie mejora ni empeora en el extranjero, incluso cruzando un océano. Paul Morand se preguntaba si empequeñecía la tierra o crecíamos nosotros al regresar de un viaje, y no era una pregunta baladí. Creo que este libro es una respuesta sobresaliente a las dudas del experto viajero parisino: comprime la extensa Patagonia en un jardín de 254 páginas y, al mismo tiempo, demuestra la ascensión continua de su autora.

Comentarios