Leyendo Revista de Libros descubro las reflexiones de un filósofo del arte
llamado Arthur C. Danto. Se pregunta por qué una máscara ritual africana fue un
horrendo signo de barbarie hasta que Derain y Picasso decidieron que aquello
era Arte. Una de sus polémicas conclusiones es que desde los años 60 hasta
ahora —vamos a ver si para siempre— debemos escribir con minúscula la palabra
Arte, enterrada ya su concepción romántica.
Los filósofos, como es habitual,
se toman tan en serio todo que desde la adolescencia me han dado miedo. Yo hace
tiempo que escribo “arte” con minúscula, pero no por eso me van a temblar de
emoción las rodillas cuando me encuentre ante un Duchamp o ante un Miró, por
muy sugerentes que sean las interpretaciones de sus obras.
Amo el arte, pero no quiero ser
obligado a amarlo.
Comentarios
Publicar un comentario