Adoro escribir mientras escucho
música. A cualquier hora estoy escuchándola desde que era niño. Espero morir
haciéndolo. Mirando el catálogo de una exposición he puesto a Cabezón. Me
interesa encontrar vínculos entre la pintura y la música, como el color o la
tonalidad. Un motete de Antonio de Cabezón me transmite la paleta entera de
Tiziano.
Un verso intenso de García Lorca
es a la poesía lo que un acorde de João Gilberto a la música moderna. La
realidad, a través de la metáfora, queda transformada. La realidad sónica de la
guitarra de João Gilberto tiene otra temperatura, es más colorida, más densa
que otras realidades sónicas.
No ha de extrañarnos que Leonard
Cohen fuera un prestigioso novelista antes de componer Songs of love and hate, ni que Jim Morrison tuviese la intención de
curtirse como escritor cuando decidió ir a vivir a París. El jazz es lírica en
un pentagrama; la poesía es casi siempre un pensamiento rítmico de la palabra.
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