10/3/2014


   Aunque los leo, los subrayo y los valoro, como creador nunca me ha llamado la atención el malditismo de niño bien y revolucionario que brinca de cama en cama, se emborracha, se droga y da disgustos a su mamá.




   Desde hace años me reconozco cercano a la poética de Eloy Sánchez Rosillo, Karmelo Iribarren o Miguel d’Ors, por citar tres ejemplos hispánicos de enjundia. Podría nombrar otros modelos de referencia: Rada Panchovska, Emily Fragos, Edwin Madrid, Scott Hightower, Aïcha Bassry... Hay decenas de ellos, quizá cientos, dudo que miles.
   Me muestro elegíaco, pero queriendo aspirar gramos de elegancia. No aporto nada nuevo, tampoco creo que haga ninguna falta. Me conformo con parir un libro bien pulido, bien medido o con buena respiración, que contenga cosas efectivas y sensatas. En esto se conoce que voy para viejo.

Comentarios