Hace más de una década que trato
de escribir poesía sin tener en cuenta las bases de los certámenes literarios,
ciertas condiciones que con veinte años me inquietaban: ¿debería quitar este
poema si lo presento al Adonáis? ¿Al jurado de este premio le interesarán más
versos con mucha droga y rock & roll de alto voltaje? ¿Me invento un
perfil, tan en boga, de universitaria cosmopolita, políglota y desinhibida sexualmente,
y con suerte provoco a algún gestor cultural salido o caigo de pie en alguna
editorial moderna?
La cabeza desordenada, la
insatisfacción de lo escrito. Pasar los minutos pensando en la idoneidad de una
coma o un punto. A veces es imposible sacar brillo a los endecasílabos de una
estrofa que se ha declarado insurrecta. A veces es posible sentir el texto
amputado o inacabado.
Trato de escribir poesía a
puñetazos con la nada.
Comentarios
Publicar un comentario