El número cuatro de la revista La galla ciencia está dedicado a la
traducción, con un pequeño matiz, que es convicción: poetas traducen a poetas.
Copio este poema de Margaret Atwood, de su libro Morning in the Burned House (1995), traducido por Amparo Arróspide.
Copio este poema de Margaret Atwood, de su libro Morning in the Burned House (1995), traducido por Amparo Arróspide.
SEKHMET, CABEZA DE
LEÓN, DIOSA DE LA GUERRA, LAS TORMENTAS VIOLENTAS, LA PESTE Y LA CURACIÓN DE LA
ENFERMEDAD, CONTEMPLA EL DESIERTO EN EL METROPOLITAN MUSEUM OF ART
Fue uno de esos
hombres
incapaces de matar a
una mosca.
Muchas moscas viven
ahora
y él no.
No fue mi espónsor,
prefería
los graneros repletos;
yo, la batalla.
Presagiaban matanza
mis rugidos.
Y sin embargo aquí
estaremos juntos,
en el mismo museo.
Aunque no vea el
lugar: los erráticos grupos
de niños admirados
que aprenden la
lección del olvido
multicultural, sic
transit
y etcétera.
Veo el templo donde
nací
o me irguieron, donde
fui poderosa,
y más allá el
desierto, con sus tumbas
calientes en forma de
cono, a decir verdad
y a la distancia, tan
semejantes
a capirotes,
donde se ocultan mis
bromas: piel y huesos
resecos, las barcas de
madera
donde los muertos
navegan
sin rumbo por toda la
eternidad.
¿Qué puede esperarse
de dioses
con cabeza de animal?
Y sin embargo, si bien
se piensa,
los que inventaron
después, del todo humanos,
tampoco fueron
albricias.
“Ayúdame, hazme rico
destruye a mi enemigo”
parece ser el quid de
la cuestión.
Y también “Sálvame de
la muerte”.
Mucha palabrería a
cambio,
pan y sangre, flores y
oración.
Tal vez se me escape
algo,
pero si buscáis amor
altruísta
os habéis equivocado
de diosa.
Me quedo donde estoy,
hecha de piedra e
ilusión:
que la deidad que mata
por placer
también sane,
que en la última
pesadilla aparezca
una leona amable con
vendas en la boca
y suave cuerpo de
mujer
y que os limpie la
fiebre a lametazos
con ternura os levante
el alma de cachorro
y os abrace hasta la
oscuridad, el paraíso.
Comentarios
Publicar un comentario