1/1/2016


         En Tafalla (Navarra), allá por 2007 le concedieron a Nómada el premio de la Fundación María del Villar, absolutamente limpio y humilde. Supuso un empujón decisivo para que un poeta desconocido como yo —joven aún, pero tardío, ya que no había publicado ningún libro todavía— ganara la suficiente autoestima creativa siendo premiado por el criterio de un jurado ajeno, lejos de las palmaditas en la espalda de amigos, conocidos o familiares.
         Sigo siendo desconocido —esto es literatura, amigos, y concretamente poesía—, pero mi edificio ya tiene los cimientos terminados y los dos primeros pisos construidos. Ni puedo ni debo quejarme.
         Este premio se falla en diciembre. Todos los diciembres estoy atento a ver quién lo ha ganado. Y le tocó —¡ya era hora!— a una poeta de la zona, a una poeta navarra: Isabel García Hualde.
         Es mi primera lectura de año nuevo. Copio el poema que más me ha interesado de Cisne azul o cisne negro:


EN TRÁNSITO

Septiembre          alguien enciende la radio
en una habitación
(hubo una llamada Paraíso)

es de noche
facturas cursos tu vida
todo empaquetado
el anverso malo de una escritura

¡toc-toc!
¿algún insomne solitario o sombra
en algún lugar
echando de menos a algo
                                 o a alguien?

Un buen sueño
el mejor amante entrando
despacio despacio como un poema

ciudades estratos destellos y tú
extendida en cincuenta versiones
a punto de cerrar los ojos
que se derraman en vertical
                 y hasta mañana corazón.

Anoche hacía frío en el lago Ness

—gotas de sangre negra bajo la lluvia—

tiembla fría muchacha de blanco

                                       mirando al cielo.


                  

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