8/7/2016


   Ha caído en mis manos Antología de la poesía del Sur de los Estados Unidos, un libro extraño y atractivo. Si no me equivoco, en lengua española es la primera antología que se hace de poetas nacidos en el Sur de los EEUU después de la Independencia en 1776 y antes de la Guerra Civil.




   Agradezco a Antonio J. del Puig, el estudioso que ha seleccionado y traducido este curioso tesoro, darme a conocer el asentimentalismo de Richard Henry Wilde; las alucinaciones de Thomas Holley Chivers, amigo turbio de Edgar Allan Poe; la melancolía amorosa de Philip Pendleton Cooke; a James Barron Hope y sus dulces baladas sureñas; al laureado Henry Timrod —magníficas estrofas brindadas a Carolina—; al desgraciado —lo perdió todo al acabar la guerra— sonetista Paul Hamilton Hayne; a James Ryder Randall, cuyo ‘Maryland, my Maryland’ se convirtió en el auténtico cántico popular de la Confederación mientras se batallaba; las canciones de salón de Sidney Lanier; y, por último, a esa especie de “sobrina-nieta” de Emily Dickinson que es Lizette Wooddworth Reese, celebrando la vida entre el estanque, el crepúsculo y el esplendor de una chimenea.
   Copio este soberbio poema hímnico del Reverendo Abraham J. Ryan dedicado a los derrotados soldados sudistas:


UNA TIERRA SIN RUINAS

Sí, dame la tierra donde las ruinas se extiendan
y la luz viva pisada sobre los corazones de los muertos;
sí, dame una tierra que esté bendecida por el polvo
y brille con los hechos recién acontecidos de la llanura.
Sí, dame la tierra donde la batalla es roja refriega con su pasado;
sí, dame la tierra de las leyendas y las tumbas
que cuentan las memorias de largos días desaparecidos.
¡Sí, dame una tierra con historia y una canción!
¡Guarda como reliquia la contienda del bien contra el mal!
Sí, dame una tierra con una tumba en cada punto
y los nombres de los que allí yacen para que no sean olvidados;
sí, dame la tierra de la ruina y de la tumba;
hay grandeza en esos sepulcros,
hay gloria en la derrota;
y para la derrota del futuro una nueva luz ha nacido,
como después de la noche viene el sol de la mañana;
y los sepulcros de los muertos con la hierba bien crecida
podrán aún vestir de gala sobre el escabel del trono de la libertad,
y cada ruina en el sentimiento de la guerra poderosa
será una roca más en el templo de la verdad.

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