20/12/2020


   Sigo en la habitación 307, arrastrando el palo de suero como si fuera un hachote de Semana Santa y mirando por la amplia ventana el horizonte urbano del barrio de San Félix.
   Zoraida me ha traído Vida, la autobiografía de Keith Richards que llevo a mitad. Tendré tiempo de darle un avance.
   El caldo con sabor a nada y un pequeño cuenco de arroz medicamentado no hacen buena mezcla con la dosis de antibióticos que me están inyectando. Decido tomar solamente el yogur de manzana y el zumo de piña, que en estas circunstancias me saben a gloria.
   Leo un haiku de Kobayashi Issa:
 
El viento sopla
para que el sauce alcance
la perfección.


Comentarios