2/1/2021


   Día “canino” casi al completo.
   He eliminado en un click todos los documentos dentro de la carpeta “Colaboraciones pendientes de Héctor Tarancón Royo”. Este joven crítico me quiere, yo lo quiero; los artículos y entrevistas que regala a El coloquio de los perros mantienen alto el nivel; me incomoda que se pueda sentir como un hijo que no le debe dar disgustos a su padre; no estoy dispuesto a agobiarme ni a agobiarlo con asuntos que tienen que ver más con una relación jefe-empleado que con un acto de confianza y generosidad colaborativa entre amantes de los libros y la investigación literaria.
   —Caballero, ¿alguien ha hecho reseña para El coloquio del libro Eco de Carlos Frontera? —me pregunta José Óscar López—. Para ofrecerte una, haciendo surf con la Navidad.
   Le respondo que Carlos Frontera tiene, por ahora, la revista libre de ladridos. Y que ya iba siendo hora de recibirlo por todo lo alto.




   Hoy los platos de la cena se han fregado con más energía de la habitual; andaba cerca el Love you live de los Stones sonando a un volumen considerable. Tengo suerte de que los pisos que rodean al mío en este edificio sean oficinas que cierran de noche.

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