12/9/2021


   Escucho en la amplia tarde el triple disco Prince of cool de Chet Baker, su carisma musical entre 1952 y 1957. Cómo sabe cuadrar con el sonido la imagen de un sentimiento. Qué lejos está de la moralidad este Georg Trakl de la trompeta. Qué peligroso halo de romanticismo da al consumo de heroína. Su elocuencia es selecta; su interpretación, elegante. La melodía no es pujante, ni teatral, ni realmente excelsa. Evoca la soledad del individuo frente a su destino.
   Baker sigue conmoviéndonos tras su muerte.
   Estos pecios, una manera obsoleta o inmadura de entender la creatividad, son todavía oro puro.


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