23/9/2021


   Lo dijo William Blake en dos de sus versos más famosos: sólo por el camino del exceso / se llega al templo de la sabiduría.
   En un vulgar programa de la tele María Asquerino, poco antes de morir, se humillaba reconociendo amargada el precio que estaba pagando por haber sido una persona libérrima. Años antes, en un cine de verano, viendo La casa de las dagas voladoras, me estremeció la geisa luchadora que había sacrificado toda su vida al arte marcial sin haber besado a nadie. Estas tres ideas han confluido esta noche y evocan interrogantes humanas universales: ¿qué es la libertad?, ¿necesitamos que bombee tan fuerte y tan continuo el corazón para sentir la plenitud?, ¿cómo vivir sin decidir darle un revés al confort?, ¿quién me creo que soy disertando sobre esto cuando millones de personas desgraciadas no tienen ni siquiera esa oportunidad?, ¿quiero morir mirando a un ser querido y sintiéndome recompensado, si realmente no sé cómo voy a morir?


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