7/9/2021


   Apurando los últimos días de ocio previos al trabajo docente lectivo, he hecho una caminata con mi amigo Jesús Quintana hasta la batería de Fajardo, modernizada por el Plan O’Donnell en el XIX. Fue perdiendo importancia militar hasta ser desartillada en los años sesenta del siglo XX y abandonada en los años noventa.
   Se percibe la ruina gradual y la vegetación creciente por la dejadez de la administración de bienes históricos, también el paso del vandalismo juvenil y el expolio de aficionados al tráfico de piezas antiguas. Más de un mendigo o un jipi habrá pasado la noche entre estos muros desgastados con la espesa maleza sirviéndole de almohada.
   Desde una altitud de 75 metros, hemos contemplado las ensenadas de Cartagena y Escombreras, la Algameca Chica, Cabo Tiñoso o la Punta de Los Aguilones.
   Tras dos horas de ruta, nos hemos hidratado en el bar Príncipe con unas jarras de cerveza al punto de congelación. Los primeros tragos son el éxtasis del sediento. Recuerdo versos de Bukowski:
 
Cerveza
ríos y mares de cerveza
cerveza, cerveza, cerveza.
La radio pasa canciones de amor.


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