12/10/2021


   Doce de octubre. Día de la Hispanidad. Cómo me gusta esa idea. Creeré en ella hasta el último de mis días.
   Apenas hablo con gente de mi entorno social sobre España o la hispanidad: ni con militaristas irracionales, que suelen vincular España al orden y al mantenimiento de una moral falsamente conservadora, ni con simpatizantes comunistas o socialistas, tan infectos, acomplejados o masoquistas respecto a este asunto.
   Mi amigo Adolfo Belmonte escribió una vez en su muro de Facebook: «España, grito sordo de parturienta». El lirismo de esa frase imprime un esfuerzo y un cansancio infinitos para los que se parten el lomo intelectual en esta batalla.
   Como tantos hijos de la curiosidad, también he vivido etapas anti-todo. Sin embargo, tras un romanticismo mal digerido, liberado de la seborrea juvenil, hoy me siento satisfecho en mi patriotismo, que aumenta cada día. Intento sentirme extranjero en España, para amarla profundamente. Ese es el truco. No se lo digo a nadie, por eso lo escribo en este diario. Si no, se pierde el encanto.


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