Tras la comida de hoy estaba inquieto y, para conciliar el
sueño en mi sagrada siesta de los viernes, me he puesto musicalmente preguntón
y he confeccionado una lista de dudas hasta, supongo, el inicio del primer
ronquido. Después, al despertar, me he acordado de varias de ellas y he querido
apuntarlas:
—¿Por qué cuando la gente en los 90 te decía eso de «ese pub
está muy bien, ponen música española» se referían básicamente a ‘Mi gato’ de
Rosario Flores o a ‘Corazón partío’ de Alejandro Sanz?
—¿Por qué no pocos de los heavies de tu clase, que miraban con una mezcla de pasotismo y
desprecio las pegatinas musicales de las carpetas de sus compañeras, han
terminado casándose con ellas?
—¿Podría catalogarse definitivamente el disco de Kiko Veneno
Échate un cantecito como obra
maestra?
—¿Podría convertirse El Niño de Elche en el Frank Zappa del
flamenco? [Esta ha sido especialmente ridícula, aparte de irrespetuosa con
Zappa]
—¿Qué porcentaje de padres españoles cuarentones de niños
entre 0 y 8 años utilizan la simplicidad rítmica de Hombres G como si
fuese un Cantajuegos de los 80?
—Aparte del morbo de que se comieran la boca en el escenario,
¿no es el ‘All the things she said’ de las rusas t.A.T.u. un hit que sigue
conservando toda su fuerza pop?
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